miércoles, 25 de marzo de 2015
LA IMPORTANCIA SOBRE GENERAR LA ESTIMULACIÓN TEMPRANA EN TU BEBÉ.
La estimulación temprana tiene como objetivo desarrollar y potenciar, a través de juegos, ejercicios, técnicas, actividades y otros recursos, las funciones del cerebro del bebé. Los beneficios de la estimulación son físicos, emocionales e intelectuales. La estimulación sirve al bebé para aprovechar al máximo su capacidad de aprendizaje y de adaptación a su entorno de una forma más sencilla, rápida e intensa. Todos sabemos que los bebés nacen con un gran potencial y es la misión de los padres hacer que se desarrolle al máximo de la forma más adecuada, positiva y divertida.
La estimulación temprana une la adaptabilidad del cerebro a la capacidad de aprendizaje, y consigue que los bebés sanos maduren y sean capaces de adaptarse mucho mejor a su entorno y a las diferentes situaciones. No se trata de una terapia ni de un método de enseñanza formal. Es una forma de orientación del potencial y de las capacidades de los más pequeños. Cuando se estimula a un bebé, le estaremos abriendo un abanico de oportunidades y de experiencias que le harán explorar, adquirir destrezas y habilidades de una forma más natural, y entender lo que ocurre a su alrededor.
¿Cuándo podemos estimular al bebé?
Cuanto antes comencemos con la estimulación temprana , mejor, porque la flexibilidad del cerebro va disminuyendo con la edad. Desde el nacimiento hasta los 3 años de edad, el desarrollo neuronal de los bebés alcanza su nivel máximo.
Todos los bebés experimentarán diferentes etapas de desarrollo que pueden ser incrementadas con una estimulación temprana. Para eso, se debe reconocer y motivar el potencial de cada niño individualmente, y presentarle objetivos y actividades adecuadas que fortalezcan su autoestima, iniciativa y aprendizaje. La estimulación que recibe el bebé en sus primeros años de vida constituyen la base de su desarrollo futuro.
enemos que realizar un trabajo básico (“de base”). Dando al niño los estímulos más fundamentales, los primeros… los “básicos”, que desarrollan las áreas más primitivas del cerebro y sin cuya maduración no puede lograrse la maduración de áreas más sofisticadas.
De esta estimulación básica y primera dependen funciones como la regulación del tono muscular o la atención. Se trata de la estimulación propioceptiva y la estimulación vestibular.
Estimulación propioceptiva se refiere a lo relacionado con la información que entra por los músculos, las articulaciones, tendones... Podemos dársela al niño con masajes profundos (no ligeros), abrazos de oso, lucha corporal sobre el suelo, achuchándole, haciéndole cosquillas... Esta estimulación da al cerebro información desde el cuerpo y ayuda al niño a ser más consciente de éste y poder crear mejor su propio “mapa corporal” o “esquema corporal”. La estimulación propioceptiva es vital para que el cerebro pueda controlar el tono muscular y pueda enviar las órdenes correctas al cuerpo para que se mueva y utilice cada miembro correctamente, con los movimientos precisos o la fuerza necesaria en cada momento.
Estimulación vestibular es la relacionada con el movimiento del cuerpo en el espacio (este movimiento debe incluir la cabeza pues las áreas vestibulares están en el oído interno). Esta estimulación se logra moviendo al niño en todas las direcciones del espacio por medio de mecimientos, columpios, toboganes, camas elásticas, hamacas, mecedoras, pelotas de pilates... Esto significa que lo movamos hacia arriba y hacia abajo (botando en la pelota por ejemplo, o ayudándole a saltar en una camita elástica), hacia ambos lados (en la pelota o meciéndole sobre una manta entre dos adultos), hacia delante y hacia atrás (pelota o columpio), en círculos (sobre la pelota, sobre una manta, en brazos, en una silla giratoria..., rodar sobre sí mismo tumbado (croquetas).
Éstas son algunas ideas que pueden utilizarse para jugar con el niño y apoyar su maduración. Como en toda estimulación que pretendamos sea efectiva, debemos tener en cuenta unas reglas de oro: las actividades han de ser diarias, repetidas (debemos repetir cada movimiento varias), intensas (el niño debe notar la estimulación, cuanta más intensidad mayor es el efecto, pero siempre ha de cuidarse de que el niño se sienta bien, que disfrute de la actividad, que ésta jamás cree incomodidad, miedo o nerviosismo en el niño) y que es necesaria la constancia (la estimulación además de ser diaria, debe mantenerse en el tiempo… semanas, meses… el tiempo que sea necesario).
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